miércoles, 26 de diciembre de 2012

¿PODEMOS PAGAR NUESTRO SEÑOR?



¿Qué pagaré al Señor, Por todos sus beneficios para conmigo? SALMO 116:12

Medite en estas pocas palabras.
Será que podemos pagar, todo que nuestro Dios, Hizo, está haciendo y hará por nosotros.

¡Por supuesto, que no!


A veces somos mezquinos, cuando dejamos de oir la voz de Dios, para obedecer nuestros propios deseos.
Y aun pensamos, que lo que estamos haciendo para Dios, es mucho.


Por más que hagamos para Dios, nunca vamos a pagar, lo que El hizo por nosotros.

Piense en esto
Y entregue-se de cuerpo, alma y espíritu para nuestro Señor Jesús.

 

jueves, 20 de diciembre de 2012

EL ÁGUILA Y LA GALLINA



Era una vez un campesino que fue al bosque cercano a atrapar algún pájaro con el fin de tenerlo cautivo en su casa.

Consiguió atrapar un aguilucho.

Lo colocó en el gallinero junto a las gallinas.

Creció como una gallina.


Después de cinco años, ese hombre recibió en su casa la visita de un naturalista.

Al pasar por el jardín, dice el naturalista:

“Ese pájaro que está ahí, no es una gallina. Es un águila.”


“De hecho”, dijo el hombre. “Es un águila.

Pero yo la crie como gallina.

Ya no es un águila. Es una gallina como las otras.


“No, respondió el naturalista”. Ella es y será siempre un águila.

Pues tiene el corazón de un águila.

Este corazón la hará un día volar a las alturas”.
“No, insistió el campesino.

Ya se volvió gallina y jamás volará como águila”.


Entonces, decidieron, hacer una prueba.

El naturalista tomó al águila, la elevó muy alto y, desafiándola, dijo:

“Ya que de hecho eres un águila, ya que tú perteneces al cielo y no a la tierra, entonces, abre tusa alas y vuela!”
El águila se quedó, fija sobre el brazo extendido del naturalista.

Miraba distraídamente a su alrededor. Vio a las gallinas allá abajo, comiendo granos. Y saltó junto a ellas.


El campesino comentó. “Yo lo dije, ella se transformó en una simple gallina”.


“No”, insistió de nuevo el naturalista, “Es un águila”.

Y un águila, siempre será un águila.

Vamos a experimentar nuevamente mañana.


Al día siguiente, al naturalista subió con el águila al techo de la casa. Le susurró: “Águila, ya que tú eres un águila, abre tus alas y vuela!”.
Pero cuando el águila vio allá abajo a las gallinas picoteando el suelo, saltó y fue a parar junto a ellas.


El campesino sonrió y volvió a la carga: “Ya le había dicho, se volvió gallina”.


“No”, respondió firmemente el naturalista.

“Es águila y poseerá siempre un corazón de águila.

Vamos a experimentar por última vez.

Mañana la haré volar”.


Al día siguiente, el naturalista y el campesino se levantaron muy temprano.

Tomaron el águila, la llevaron hasta lo alto de una montaña. El sol estaba saliendo y doraba los picos de las montañas.
El naturalista levantó el águila hacia lo alto y le ordenó: “Águila, ya que tú eres un águila, ya que tu perteneces al cielo y no a la tierra, abre tus alas y vuela”.


El águila miró alrededor. Temblaba, como si experimentara su nueva vida, pero no voló.

Entonces, el naturalista la agarró firmemente en dirección al sol, de suerte que sus ojos se pudiesen llenar de claridad y conseguir las dimensiones del vasto horizonte.
Fue cuando ella abrió sus potentes alas. Se irguió soberana sobre sí misma. Y comenzó a volar a volar hacia lo alto y a volar cada vez más a las alturas. Voló. Y nunca más volvió.

 

Podemos extraer al menos dos lecciones de esta historia:

Primera lección: Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios Todopoderoso,  aunque existan personas que quieran que vengamos a pensar como gallinas, sepa somos águilas, abra sus alas (use su FE) y vuele bien alto.

 
Segunda lección: No importa lo que muchos digan que no va superar sus obstáculos, siempre habrá gente que estará a su lado y dispuestos a ayudarle a llegar a las alturas, superando sus límites.

 

sábado, 1 de diciembre de 2012

SU MAYOR ENEMIGO



Ahora, pues, haz pregonar en oídos del pueblo, diciendo: Quien tema y se estremezca, madrugue y devuélvase desde el monte de Galaad. Y se devolvieron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil. Jueces 7:3

Cuando Gedeón reunió los hijos de Israel para la batalla, el mayor problema no era los enemigos, que eran más de CIEN MIL midianitas.
El problema mayor era el miedo que estaba adentro de ellos.
Miedo de luchar
Miedo de arriesgar
Miedo de que Dios fallaría
Miedo, Miedo, Miedo…

Ese ha sido el mayor enemigo de muchas personas.

Su mayor problema no es el hijo en las drogas, la miseria, los vicios, las enfermedades, matrimonio destruido, etc.

Para todos esos problemas, Dios tiene la solución.

Venza el miedo que esta adentro suyo, use su FE, confié en Dios.