Cuenta la leyenda que un hombre anciano y sabio, era
un maestro de la paciencia, y era también capaz de derrotar a cualquier
adversario.
Una tarde, un hombre conocido por su total falta de escrúpulos apareció con la
intención de desafiar al maestro de la paciencia.
El anciano aceptó el reto y el hombre empezó a insultarlo.
Llegó a tirar algunas piedras en su dirección, le escupió y gritó al sabio todo
tipo de insultos.
Durante horas hizo todo para provocarlo, pero el anciano permaneció impasible.
Por la tarde, exhausto y humillado, el hombre se rindió y se retiró.
Impresionados, los estudiantes querían saber cómo el
maestro había podido soportar tanta indignidad.
El maestro le preguntó:
- Si alguien viene a ti con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién
pertenece el obsequio?
- Quién intentó entregarlo - dijo uno de los discípulos.
- Exactamente. Lo mismo vale para la envidia, la ira e insultos.
Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a
quien llevaba.
Su paz interior depende solamente de usted.
La gente no puede quitar la calma.
Sólo si usted permite ...
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Juan 14:27
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