Un día, un samurai, un guerrero que estaba muy orgulloso,
fue a un maestro zen.
A pesar de que era muy famoso, cuando miro para su maestro, delante de su
belleza y encanto en aquel momento, el samurai de repente se sintió inferior.
Entonces el maestro dijo: - ¿Por qué me siento inferior?
Sí en un momento atrás todo estaba bien.
Cuando llegué aquí, de repente me sentí inferior, y nunca había sentido esto
antes.
Me enfrenté a la muerte muchas veces, pero nunca había experimentado miedo.
¿Por qué siento miedo ahora?
El maestro dijo: - Espera. Cuando todo el mundo se ha ido, te voy a contestar.
A lo largo del día, la gente vino a ver al maestro, y el samurai se estaba
poniendo cada vez más cansado de esperar.
Al atardecer, cuando la habitación estaba vacía, el samurai volvió a preguntar:
- Ahora me puedes contestar por qué me siento inferior?
El maestro lo llevó afuera.
Era una noche de luna llena, la luna acababa de salir en la parte
superior.
Él dijo: - Mira estos dos árboles, el árbol alto y el pequeño árbol a su lado.
Durante años, los dos estaban juntos cerca de mi ventana y nunca hubo problemas
entre ellos.
El árbol más pequeño nunca pregunto al árbol más grande: "¿Por qué me
siento inferior a usted?"
Este árbol es pequeño y eso es genial, esa es la realidad, yo nunca escuché
ningún susurro al respecto.
El samurai argumentó: - Esto se debe a que no se puede comparar.
Y el maestro respondió: - Entonces no precisa preguntar más.
Usted ya sabe la respuesta.
Cuando no se pueden comparar, toda inferioridad y superioridad desaparece.
Tú eres lo que eres.
Un pequeño arbusto o un árbol grande alto, no importa, sea tú mismo.
Basta con mirar a tu alrededor. Todo lo que necesitas y todo encaja.
Se trata de una unidad orgánica: nadie es más alto o más bajo, nadie es
superior o inferior.
Cada uno es incomparablemente único.
Usted es necesario y basta
En la naturaleza, el tamaño no hace ninguna diferencia. Todo es expresión
de vida.
Piense en esta historia, pues somos hijos de Dios y quedamos nos comparando con
los incrédulos, eso no nos hace bien.
El Salmista dijo una vez:
Salmo 73
Ciertamente es bueno Dios para con Israel,
Para con los limpios de
corazón.
2 En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies;
Por poco resbalaron mis pasos.
3 Porque tuve envidia de los arrogantes,
Viendo la prosperidad de los impíos.
Vive tu vida sin mirar para la vida de los demás.
De lo mejor a Dios, y Él te honrara.
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