Cierta vez, dos moscas cayeron en un vaso de leche.
La primera era fuerte y valiente y luego nada hasta la orilla del vaso.
Pero, como la superficie era muy lisa y sus alas estaban mojadas, no consiguió
escapar.
Creyendo que no había salida, desánimo, dejo de luchar y se ahogó.
Su compañera, a pesar de no ser tan fuerte, era tenaz; por eso continuo
luchando.
Con el tiempo, y con tanta agitación, la leche a su alrededor formo un pequeño
grumo de mantequilla, donde ella subió y consiguió volar lejos.
Tiempo después, la mosca tenaz, por un descuido, cayo nuevamente en un vaso,
pero esta vez de agua.
Imaginando que ya conocía la solución para ese problema, comenzó a luchar en la
esperanza de que, en el debido tiempo, se salvase.
Otra mosca pasando por ahí y viendo la aflicción de la mosca tenaz, se paró en
el borde del vaso y grito:
"-Hay un popote ahí, nade hasta allá y suba".
La mosca tenaz respondió: "Déjame que yo sé cómo resolver el
problema".
Y continuo debatiéndose, más y más, hasta que, se hundió en el agua.
Moraleja de la historia: soluciones del pasado, en contextos diferentes, pueden
transformarse en problemas.
¿Cuántas veces, basados en experiencias anteriores, dejamos de observar los
cambios a nuestro alrededor y quedamos luchando inútilmente hasta
hundirnos en nuestra propia falta de visión?
Creamos una confianza equivocada y perdemos la oportunidad de repensar nuestras
experiencias.
Quedamos presos a viejos hábitos que nos llevaron al éxito y
perdemos la oportunidad de evolucionar...
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