Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Santiago 1:22-23 RVR1960
La palabra de Dios tiene un gran poder, transforma vidas.
Pero cuando sólo hay conocimiento y no la práctica es una palabra simple como cualquier otra.
En otras palabras, no basta conocer es necesario practicar, debo hacerlo para poder ver el resultado de esa palabra operando en mi vida.
Cuando un cristiano conoce la palabra de Dios y no la obedece, sus actitudes son completamente diferentes a sus palabras.
Nuestro Señor Jesús nos enseña que una persona así sólo se engaña a sí misma y a nadie más.
No es suficiente estar lleno de conocimiento bíblico si no hay práctica de la palabra de Dios.
Debemos profundizar cada día en la palabra de Dios, como está escrito tenemos que escudriñar la palabra de Dios, pero junto a esto debe venir la práctica, para que de hecho y en verdad seamos muy bendecidos y nuestro nombre esté escrito en el libro de la vida.