y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1Corintios 2:4-5
El apóstol Pablo era alguien muy inteligente ya lo sabemos.
Pero el deja muy claro que su predicación no quería persuadir a la gente con sabiduría humana.
De hecho, podría haberlo hecho, porque era un hombre estudiado e inteligente.
Pero la humildad de Pablo superó todo eso.
Nos enseña que cuando abría la boca para proclamar la palabra de Dios, se apoyaba en el Espíritu Santo y en el poder del Altísimo.
Nosotros que predicamos la palabra de Dios debemos tomar este ejemplo del apóstol Pablo.
Es muy importante tener conocimientos e inteligencia, pero nunca hay que apoyarse en eso.
Debemos apoyarnos en nuestra unción y en la comunión con el Dios todopoderoso.
Reconocer que cuando abrimos la boca para proclamar el evangelio estamos dirigidos al 100% por el poder del Dios soberano.
Predicar sin unción no trae transformación.