Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. Daniel 9:18
Qué hermoso es este mensaje del profeta Daniel.
Cuando dice: Señor, inclina tu oído para oír nuestra oración, pero no por nuestra justicia, sino por tus misericordias.
El verdadero creyente entiende muy bien lo que dice el profeta Daniel.
No somos salvados, no somos bendecidos por los méritos que tenemos, por la rectitud que practicamos o porque seamos fuertes, trabajadores o algo parecido, ¡NO!
Estamos salvados y bendecidos por la inmensa gracia y misericordia de Dios.
Eso no significa que podamos hacer lo que nos plazca, ¡NO!
Tenemos que luchar, esforzarnos, trabajar, buscar pero siempre con ese pensamiento, no es por esto que seré una bendición sino por la infinita misericordia del Dios todopoderoso.
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