Cuando Dios creó los peces, habló a las aguas.
Cuando Dios creó los árboles, habló con la tierra.
Pero cuando Dios creó al hombre, habló consigo mismo.
Si sacas un pez del agua, morirá; y si arrancas un árbol de la tierra, también morirá.
De la misma manera, cuando el hombre se desconecta de DIOS, muere.
DIOS es nuestro "entorno natural".
Tenemos vida en ÉL, vivimos para ÉL.
Fuimos creados para vivir en SU presencia.
Tenemos que estar conectados a Él, porque sólo con Él hay vida.
Y esta conexión ocurre a través de la fe en Cristo Jesús, en su obra de reconectarnos a la presencia de Dios.
Permanezcamos conectados a DIOS a través de su Hijo.
Recordemos que el agua sin peces sigue siendo agua, pero los peces sin agua ya no son peces vivos.
La tierra sin un árbol sigue siendo tierra, pero un árbol sin tierra se seca y muere...
Dios sin el hombre sigue siendo Dios, pero el hombre sin DIOS no es nada.
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