Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu. Salmo 34:18
Ayer vi un programa de televisión sobre cirugía geriátrica y obesidad.
El médico prescribe una dieta para que su paciente haga, durante unos meses y si el paciente sigue esta dieta, entonces él hace la reducción de estómago.
Y luego sigue el tratamiento, hasta que la persona alcanza el peso ideal.
Este doctor estaba tratando a una mujer de 300 kilos.
Le ofrecieron un médico, un nutricionista, un psicólogo para ayudarla a reducir su peso.
Pero esta mujer no le prestó atención a nadie.
Y en lugar de perder peso, ella continuó aumentando de peso.
Sabes lo que eso significa, ella no quería ayuda.
Así sucede con muchas personas en relación con Dios.
Dios siempre está con los brazos abiertos esperando para salvar, liberar, sanar y bendecir.
Pero para que eso suceda debemos tener un corazón quebrantado y estar dispuestos a escuchar tu voz.
Tenemos que estar dispuestos a obedecer su palabra, hacer su voluntad, cuando somos humildes para responder su voz, Él nos exalta.
Pero si somos orgullosos y desobedientes, nuestro Dios todopoderoso no nos obligará a obedecer su palabra.
Y en ese momento no tiene forma de salvar al que está perdido.
Entonces la decisión está en nuestras manos, si queremos ser salvados y bendecidos.
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