Un grupo de personas caminó, cada uno con una gran cruz en la espalda, hacia un lugar donde esperaban encontrar alegría y felicidad.
Después de caminar un rato, todos empezaron a sentir el peso de la cruz.
En medio de este grupo, había una persona que pensaba que era más lista que todos los demás.
Se dio cuenta de que no había nadie liderando el grupo y que las personas a su lado no estaban observando sus acciones.
Entonces, decidió cortar un trozo de su cruz, para que la carga fuera más ligera.
Después de un tiempo, la cruz volvió a pesar.
Como había cortado un trozo sin que nadie se diera cuenta y no le había pasado nada, decidió cortar otro trozo.
Así, cada vez que sentía el peso de la cruz cortaba un trozo más, hasta convertirlo en un travesaño.
Días después, todos llegaron al borde de un enorme precipicio.
Saltar de un lado a otro sería imposible.
Entonces alguien notó que la longitud de su cruz era exactamente del mismo tamaño a través del precipicio.
Cada uno hizo su puente, y así todos llegaron al lugar de sus sueños.
Pero esa persona que había decidido reducir el peso - y por tanto el tamaño de la cruz - no sabía qué hacer con su cruz.
Hoy en día hay mucha gente que quiere cortar su cruz.
Desafortunadamente, hay muchos cristianos que quieren un evangelio fácil.
Evangelio sin perdón, sin sacrificios, sin cruz.
Cada uno tiene su cruz, su obligación, y si hoy no se hace correctamente, adelante, mañana, vendrá la carga.
y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. MATEO 10:38
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