Una vez, un barquero ayudó a un hombre a cruzar un río.
Al entrar al bote, el hombre notó que la palabra ACTUAR estaba escrita en uno
de los remos y la palabra CREER en el otro.
Curioso, el hombre le preguntó al barquero el motivo de esos nombres.
El barquero tomó el remo que decía "creer" y empezó rema con todas
sus fuerzas.
El barco empezó a girar, sin salir del lugar donde estaba.
Luego tomó el remo en el que estaba escrita la palabra "actuar" y
remó con todas sus fuerzas.
El barco volvió a girar, sin ir más lejos.
Finalmente, el viejo barquero sostenía ambos remos y los movía al mismo tiempo:
propulsado por ambos lados, el barco navegó por las aguas del río y llegó
tranquilamente a la otra orilla.
Entonces el barquero dijo al viajero:
- Este barco se puede llamar confianza en sí mismo.
Y el margen es el objetivo que queremos conseguir.
Para que el barco de la confianza en sí mismo navegue con seguridad y alcance
la meta deseada, debemos utilizar ambos remos al mismo tiempo y con la misma
intensidad:
Actúa y cree.
La palabra de Dios nos enseña a trabajar y a no desanimarnos.
Sigue sembrando y creyendo que veremos los frutos.
Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque
no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es
igualmente bueno. Eclesiastés
11:6
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