lunes, 26 de octubre de 2020

HEME AQUÍ

 




Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí. Isaías 6:8 LBLA

Veo una gran confusión en medio del cristianismo hoy.
Cuántas personas hay dentro de la iglesia y dicen:
- Me gustaría ser usado más por Dios, me gustaría ser parte del coro de la iglesia, me gustaría cantar en la iglesia, me gustaría predicar, evangelizar, no tengo oportunidades.

Escuche pueblo de Dios, no necesitamos estar detrás del púlpito para servir a Dios.
No necesitamos tener una voz hermosa para servir a Dios.
Le servimos en cualquier lugar.
No hace falta mucho menos uniforme para decir que soy un siervo del Señor Jesús, ¡no!

Al igual que en los días de Isaías, hoy nuestro Dios pregunta ¿a quién enviaré?

Y muy bien puedes decir: Señor, envíame a mi, aquí estoy, quiero llevar una palabra de fe al afligido, al que sufre, al necesitado.
Quiero visitar hospitales, cárceles, barrios, los que más sufren.
¡Esto es lo que el Señor Jesús espera de cada uno de nosotros!

Lamentablemente, muchos esperan recibir la gloria del hombre para decir que sirven a Dios.
¡No! el verdadero siervo, sirve al Dios todopoderoso aunque nadie lo vea.

Desafortunadamente en estos días, aquellos que dicen ser siervos de Dios quieren ser servidos por hombres, quieren recibir halagos de la gente.
Pueblo de Dios, escucha, servir a Dios es renuncia, entrega.

¡Si tienes esa llama encendida en tu corazón, no esperes a nadie, salva almas, anuncia el Evangelio, predica la palabra de Dios!

 

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