Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron y dijeron al rey Nabucodonosor: No necesitamos darte una respuesta acerca de este asunto. Ciertamente nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tu mano, oh rey, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado. Daniel 3: 16-18 LBLA
La confianza que tenían estos tres hombres de Dios es algo extraordinario.
Pues había una ley que obligaba a todos a postrarse ante una imagen hecha por manos de hombres, y todo el que no se postrara ante esa imagen sería arrojado inmediatamente al horno en llamas.
Estos tres hombres, sabiendo que si se inclinaban, estarían desobedeciendo al Dios Israel, no obedecerían la ley del rey, conscientes de lo que podrían sufrir.
Cuando el rey Nabucodonosor lo escuchó, se enfureció y dijo:
- Te arrojarán al horno en llamas, pero aún tenían la oportunidad de arrepentirse.
Aquí está el más bello de la historia.
Dijeron que no nos postraremos ante esta estatua, si Dios quiere, nos librará y si no quiere, nos quemaremos hasta morir, pero no negaré al Dios de Israel.
Esto es muy hermoso porque hoy vemos cristianos que solo confían en Dios, creen en Dios, adoran a Dios, cuando las cosas van bien.
Cuando hay salud, hay prosperidad, hay alegría, lamentablemente cuando surgen los problemas, las enfermedades, las dificultades que todos enfrentamos en este mundo, muchos son los que niegan la fe y abandonan al Dios todopoderoso.
Entonces, mi querido hermano, que su fe sea la misma que la de estos tres hombres, adoramos a Dios no por lo que hace sino por lo que es.
Que nuestra confianza nunca se tambalee, porque es seguro que si permanecemos fieles a Dios, Él también nos será fiel.
Si obedecemos su palabra, ¡seguramente nos librará del horno de fuego!
Que Dios te bendiga
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