Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe. Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía Hechos 14:19-21
De verdad que me gustaría que todos los cristianos entendieran al pie de la letra lo que es el Evangelio.
Porque en realidad creemos en el Dios que transforma vidas, un Dios que hace milagros y que hace posible lo imposible en nuestras vidas.
Pero el Evangelio no es sólo eso.
Y el apóstol Pablo nos deja un bello ejemplo de lo que es realmente el Evangelio.
A través de estos versículos bíblicos podemos darnos cuenta de que el apóstol Pablo fue apedreado por el simple hecho de que estaba predicando la palabra de Dios.
No sé tú, pero yo me imagino el dolor de ser apedreado, imagínate las piedras volando hacia él chocando contra su cuerpo, su cabeza, su cara, su espalda el dolor que debió sentir.
Podría levantarse y decir ¡ya sabes que me rindo!
¡Ya no estoy predicando el evangelio!
Es demasiado sufrimiento para mi vida, no puedo soportarlo más.
La palabra de Dios nos enseña que Pablo estaba casi muerto, te pregunto:
¿Te imaginas esta escena?
Pero lo más bello de todo, lo que nos avergüenza incluso, Pablo se levanta y al día siguiente estaba predicando el evangelio de nuevo.
Cuántos son los cristianos de hoy que por cualquier motivo abandonan su fe, dejan de creer en el Evangelio, critican, vuelven al mundo.
Pablo nos deja un ejemplo tan hermoso.
Que el Espíritu Santo hable a tu corazón.
Y pedimos que hoy nuestro Dios suscite nuevos Pablos, hombres dispuestos a entregar su vida por el Evangelio.
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