Un preso condenado a muerte que esperaba su ejecución pidió un lápiz y un papel como último deseo. Tras escribir durante varios minutos, el convicto llamó al guardia de la prisión y pidió que le entregaran esta carta a su madre biológica.
LA CARTA DECÍA...
Madre, si hubiera más justicia en este mundo nos ejecutarían a los dos y no sólo a mí.
Eres tan culpable como yo por la vida que he llevado.
¿RECUERDAS cuando robé y me llevé a casa la bicicleta de un niño como yo?
Me ayudaste a esconderla para que mi padre no se enterara.
¿RECUERDAS cuando robé dinero de la cartera de mi vecino?
Fuiste conmigo a gastarlo al centro comercial.
¿RECUERDAS cuando discutiste con mi padre y se fue?
Sólo quería corregirme por robar la nota final del curso que acabé expulsado.
Mamá, sólo era un niño, poco después me convertí en un adolescente problemático y ahora soy un hombre bastante mal formado.
Mamá, sólo era un niño que necesitaba corrección y no aprobación.
Pero aun así te perdono.
Lo único que te pido es que hagas llegar esta carta al mayor número posible de padres en el mundo, para que sepan que lo que hace que todos los hombres se conviertan en buenas o malas personas... es la EDUCACIÓN.
Gracias mamá, por darme la vida y por ayudarme a perderla.
Fdo: Tu hijo delincuente.
“No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo a tiempo.” Proverbios 13:24 NVI
La educación es el arma más poderosa que puedes utilizar para cambiar el mundo (Nelson Mandela)
La educación y la reprensión comienzan en los primeros años de la infancia y duran hasta el último día de la vida (Pitágoras).
Educa a los niños para que no sea necesario castigar a los adultos (Pitágoras).
Pastor Julio César
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