Así como la lluvia y la nieve bajan del cielo, y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, y producen la semilla para sembrar y el pan para comer, así también la palabra que sale de mis labios no vuelve a mí sin producir efecto, sino que hace lo que yo quiero y cumple la orden que le doy. Isaías 55: 10-11
Sabemos nosotros que la lluvia y la nieve vienen para hacer regar la tierra y dar el pan nuestro de cada día.
Dios deja bien claro que su palabra tiene el mismo sentido dar a cada uno de nosotros el pan nuestro de cada día.
La palabra del hombre puede fallar, de un rey puede fallar, de un príncipe, un presidente, un gobernador, pero la palabra de Dios jamás fallará.
Por lo tanto, pueblo de Dios, si en ese preciso momento se siente triste, angustiado, oprimido, enferma, no desanima y no desista, Él prometió darle a usted y a mí una vida abundante.
La vida con abundancia es salud, paz, alegría, salvación ... entonces crea porque esa palabra no va a volver vacía ella se va a cumplir en su vida.
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