Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jeremías 33:3
Clama a mí y te responderé.
Vivimos en un mundo donde cuando enfrentamos problemas las personas claman a todos, menos a Dios.
Y cuando claman El es el último.
La persona está atravesando un problema de enfermedad, primero busca al médico, luego habla con la familia, luego anuncia en Facebook y no encuentra solución allí, por lo que decide clamar al Dios todopoderoso.
O cuando atraviesa un momento difícil en su vida financiera, pide ayuda a amigos, familiares, intenta de varias maneras encontrar una solución y cuando no la encuentra, decide clamar al Dios todopoderoso.
Y el orden no puede ser eso.
Cuando enfrentamos un problema, lo primero que debemos hacer es doblar las rodillas y clamar al Dios todopoderoso por un milagro.
Por supuesto, Dios puede usar al médico, un miembro de la familia, un abogado, un amigo para ayudar a resolver sus problemas, pero el milagro proviene de la mano de Dios.
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