1. Usted debe de apropiarse de todos sus derechos.
Cobre de Dios aquello que Él mismo prometió. Aprópiese de ellos. Viva una vida
victoriosa y abundante; nunca acepte la derrota o la desgracia.
“Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir
por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al
diablo”
(Hebreos 2:14).
2. Mantenga siempre su autodominio. Nunca
permita que el diablo entre por cualquier vía de acceso a su vida por medio de
pasiones, prácticas pecaminosas o por cualquier otra cosa. Resguárdese siempre
de su “yo” que debe ser mantenido bajo el dominio de Cristo por medio del
Espíritu Santo. Este autodominio es la entrega de la voluntad a Dios.
“Ni deis lugar al diablo”
(Efesios 4:27).
3. Ejerza vigilancia incesante, el diablo y
los demonios existen; ellos están activos, prontos para tragar a alguien. El
diablo, nuestro adversario, anda alrededor, como león que ruge, procurando
alguien para devorar.
“Sabemos que todo aquel que ha
nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios
le guarda, y el maligno no le toca”
(1 Juan 5:18).
4. Ejerza resistencia en cualquier
situación. Asuma una actitud de confianza contra su adversario; tenga la
certeza absoluta que él por más fuerte que sea, nunca le vencerá.
“Someteos, pues, a Dios;
resistid al diablo, y huirá de vosotros”
(Santiago 4:7).
5. Aprópiese de toda la armadura de Dios.
Una armadura completa fue preparada para el creyente fiel. Para que seamos
capaces de resistir firmes las acometidas del diablo, ninguna pieza de esta
armadura debe ser omitida; ningún aspecto de la vida debe ser dejado sin
protección. El Espíritu Santo se pone a disposición nuestra para ayudarnos.
“Vestíos de toda la armadura de
Dios, para que podáis estar firmes contra las ase chanzas del diablo”
(Efesios 6:11).
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