Se cuenta que en un lugar un grupo de gente se divertía con el tonto del pueblo.
Un pobre, de poca inteligencia, que vivía de pequeñas chapuzas y de limosnas.
Diariamente llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre un billete de 20 Dólares y una moneda de un dólar.
El siempre escogía la moneda, menos valiosa pero más bonita y brillante, lo que era motivo de risas para todos.
Cierto día, uno de los miembros del grupo le llamó y le preguntó si todavía no se había dado cuenta de que la moneda valía menos, bastante menos, que el billete de papel.
- Lo sé, respondió, no soy tan tonto.
La moneda vale bastante menos, pero, el día que escoja el billete, el jueguecito acaba y ya no voy a ganar más mi moneda.
“El mayor placer de una persona inteligente es aparentar ser idiota, delante de un idiota que aparenta ser inteligente”
Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. 1 CORINTIOS 9:22
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