miércoles, 16 de octubre de 2019

ABANDONE EL ORGULLO



Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí.  Salmo 51:1-3

Nada agrada más a Dios que un corazón arrepentido.
El gran rey David, que tenía mucha autoridad, era respetado por todos, ganador en grandes batallas, aquí se humilla ante la presencia del Dios todopoderoso que clama por misericordia.

Él dice: ten piedad de mí, borra mis transgresiones, lávame de mis iniquidades, reconozco mi error.

Uno de los mayores problemas del ser humano es el orgullo.
Es muy difícil cuando tienes un cargo, una posición, un título, una estabilidad económica, humillarte en la presencia de Dios.
Eso fue lo que hizo el salmista David, reconoció todos sus errores.

El gran problema con los seres humanos no es solo cometer pecado, el gran error es no reconocer que cometiste el pecado.

Hasta que una persona lo reconozca, no se arrepentirá y si no hay arrepentimiento, ¿cómo puede Dios actuar en la vida de esa persona?

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