Un hombre, asistía asiduamente a las reuniones de una iglesia, y sin comunicar a nadie, dejó de participar en sus actividades.
Después de unas semanas, un amigo, integrante de la iglesia, decidió visitarlo.
¡Era una noche muy fría!
El amigo lo encontró en su casa, solo, sentado frente a la chimenea, donde el fuego estaba brillante y acogedor.
Adivinando el motivo de la visita de su amigo le dio la bienvenida y, acercándose a la chimenea le ofreció una silla grande frente a la chimenea y se quedó quieto, esperando.
En los minutos siguientes, hubo un gran silencio, pues los dos hombres sólo admiraban la danza de las llamas alrededor de los troncos de leña que se quema.
Después de unos minutos, el amigo visitante examinó las brasas que se formaron y cuidadosamente escogió una de ellas, la más incandescente de todas, empujándola fuera del fuego.
Sentándose de nuevo, permaneció silencioso e inmóvil.
El anfitrión prestaba atención a todo, fascinado y también reservado.
Dentro de poco tiempo, la llama de la brasa solitaria disminuyó, hasta que tras un brillo discreto y momentáneo, su fuego se apagó en un instante mínimo.
En poco tiempo, lo que antes era una fiesta de calor y luz, ahora no pasaba de un frío, muerto y negro pedazo de carbón, recubierto de una capa de ceniza espesa.
Ninguna palabra había sido pronunciada desde el protocolo del saludo inicial entre los dos amigos.
Antes de prepararse para irse, el amigo visitante movió nuevamente el pedazo de carbón ya apagado, frío e inútil, poniéndolo nuevamente en medio del fuego.
Casi inmediatamente el carbón volvió a desprenderse en una nueva llama, alimentado por la luz y el calor de las llamas de los demás carbones en brasa y alrededor de él.
Cuando el amigo visitante se acercó a la puerta para irse, su anfitrión le dijo:
GRACIAS POR SU VISITA Y POR EL BELÉSIMO SERMÓN ......
Yo volveré a la iglesia, que muy bien siempre me hace ...
Para la reflexión !!!
A los hermanos miembros de la iglesia, siempre vale la pena recordar, que ellos forman parte de la "LLAMA" de la iglesia y que separados de la misma pierden todo su brillo.
A los hermanos de la iglesia, siempre vale recordarles que también son responsables de mantener encendidas las llamas del "ENCUENTRO" entre cada uno de sus miembros y de promover la unión entre todos ellos, para que el fuego sea siempre realmente fuerte y duradero .
Una familia se mantiene con la llama encendida cuando los miembros no olvidan que todos son importantes en el barco de la vida.
Cada madera que constituye el haz no es igual y ni quema de la misma forma, pero el conjunto emite luz intensa y calienta mucho más a todos y el ambiente que viven.
¡Ninguno de nosotros es mejor que todos juntos!
No dejemos de reunirse como iglesia, según la costumbre de algunos, pero alentémonos unos a otros, aún más cuando ven que se acerca el día. HEBREOS 10:25