Usted vale por lo que es, y no por lo que tiene.
Un famoso conferencista comenzó un día su charla sosteniendo un billete de 50 dólares.
En una sala con doscientas personas, él preguntó a la audiencia:
- ¿Quién quiere este billete de 50 dólares?
Las manos empezaron a levantarse.
- ¡Yo daré esta nota a uno de ustedes, pero primero déjenme hacer esto!
- Entonces él aplasto el billete.
Y preguntó otra vez:
- ¿Quién todavía quiere este billete?
Las manos continuaron erguidas.
- Bueno, y si hago esto?
- preguntó, dejando caer el billete en el suelo y empezando después a pisarlo ya frotarlo.
A continuación, tomó el billete inmundo y aplastado, y preguntó:
- ¿Y ahora? ¿Quién todavía quiere este billete?
Todas las manos permanecieron erguidas.
- Mis amigos, aprendan esta lección.
No importa lo que haga con el dinero.
Usted todavía va a querer ese billete, porque el no pierde el valor, el siempre valdrá 50 dólares.
Esto también se da con nosotros.
Muchas veces, en la vida, somos aplastados, pisoteados y quedamos sucios, por decisiones que tomamos o por circunstancias con que nos encontramos en nuestro camino.
Y así nos sentimos desvalorizados, sin importancia.
Pero crean: no importa lo que sucedió o sucederá, jamás perdemos nuestro valor.
Si estemos sucios, ya sea que estamos limpios, ya sea aplastados o enteros, nada de eso altera la importancia que tenemos:
Nuestro valor.
Jesús pagó un precio muy alto por cada uno de nosotros.
No perca su valor y ni deje que alguien te haga sentir sin valor.
Hemos sido comprados con la sangre de nuestro Jesús.
Nuestro valor es altísimo, pues somos la imagen y semejanza de nuestro Dios.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Génesis 1:27
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