viernes, 25 de enero de 2019

QUÉ DEBE HACER PARTE DE NUESTRAS PRIORIDADES


Un consultor especialista en Gestión de Tiempo quiso sorprender a la audiencia durante una conferencia.
Sacó debajo de la mesa un frasco grande de boca ancha, lo colocó sobre la mesa al lado de una pila de piedras del tamaño de un puño y preguntó:
- ¿Cuántas piedras crees que caben en este frasco?
Después de algunas respuestas de los presentes, el consultor empezó a colocar las piedras, hasta llenar el frasco.
Entonces preguntó:
- ¿El frasco está lleno?
Todos miraron al recipiente y dijeron que sí.

A continuación, el conferencista sacó una bolsa con piedritas muy pequeñas debajo de la mesa.
Colocó parte de las piedritas dentro del frasco y lo sacudió.
Las piedritas penetraron por los espacios que había entre las piedras grandes.
El consultor sonrió con ironía y repitió:
- ¿El frasco está lleno?

Esta vez la audiencia se quedó en duda: - Tal vez no ... - dijeron algunos.
- ¡Muy bien! -exclamó el consultor, posando sobre la mesa una bolsa con arena, que comenzó a volcar en el frasco.
La arena se infiltraba en los pequeños espacios dejados por las piedras y las piedritas.
- ¿Esta lleno? - preguntó de nuevo.
- ¡No! -exclamaron los participantes.

El conferencista entonces tomó un jarro y comenzó a tirar agua dentro del frasco, que absorbía el agua, sin desbordar.

Cuando termino la experiencia, dijo:
- Bueno, ¿qué acabamos de demostrar?
Un participante respondió:
- Que no importa cuán llena esté nuestra agenda; si queremos, siempre conseguiremos tiempo para otros compromisos.

- ¡No! - concluyó el experto.
- Lo que esta lección nos enseña es que, si no ponemos las piedras grandes primero, nunca seremos capaces de ponerlas después.

¿Y cuáles son las grandes piedras de nuestra vida?

EN EL PRIMER LUGAR DIOS.
Después viene nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestra familia, los amigos, nuestros sueños, nuestra salud.
Trabajo, agenda, compromisos siempre encontraran su lugar.

Y amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Deuteronomio 6:5

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