lunes, 27 de agosto de 2012

El gallo viejo y el gallo joven




En la hacienda de Arlindo no había grandes plantaciones, pero en el patio detrás de la casa, tenía una granja de pollos grande, que era un placer ver.
¡Los huevos eran una belleza! No como estos que están en granjas y pajareras, pero los de yema bien amarilla, muy sabrosos.

Arlindo tenía muchas gallinas, pero solamente un gallo.
Era el antiguo bastión, era soberano en el patio, ya con muchos años de buen servicio.
Todo estaba en una gran paz, hasta que llegó a la granja un gallo joven, que tenía un gran pico, se llamaba Fincudo.
Por supuesto, el clima entre los dos, no tardó en hervir.
Bastión y Fincudo no podía siquiera mirar uno al otro.
Aunque las gallinas eran muchas, cada uno de los gallos buscaba reinar con una soberanía absoluta, lo que significa que uno de ellos tenía que morir.

¡Diálogo, imposible!
La cosa tenía que ser resuelta en la fuerza, una "pelea de gallos".
La lucha fue feroz.
Los dos se quedaron atrapados en la puerta de la jaula y se picoteaban y saltaban de un rincón al otro del patio. Las gallinas cacareaban locamente en todas partes.

La confusión fue completa, hasta que después de algún tiempo, el viejo bastión, ya cansado, se rindió.
Fincudo era puro orgullo.
Miró de lado a lado en el patio y su cresta estaba más parada que nunca.
Un momento de logro, y fincudo quería celebrar con estilo.
Nada más apropiado que el gallo cante desde lo alto del tejado.

Fincudo saltó la valla, se subió al techo del balcón, que era menor, y no satisfecho, de allí voló a la parte superior de la cubierta principal de la casa.

El pollo joven hinchó el pecho y soltó: "¡Co-co-co-ri-có"
El sonido era tan fuerte que llamó la atención de un águila que estaba volando alrededor.
El pájaro batió las alas mas fuertes, y en un vuelo bajo y fulminante, arrebató Fincudo del techo, tomándole en sus poderosas garras.
Y allí se fue el pobre y infeliz gallo, a ser devorado, sin saber dónde, y el antiguo bastión volvía a sus funciones de nuevo.

La fábula del gallo Fincudo muestra en su simplicidad, una lección muy valiosa.

Lo que se enaltece, será seguramente humillado.
Ni siquiera un escapa.

Esta es la manera más rápida y la más antigua para la desgracia.
Fue inaugurado hace muchos años por el mismo Satanás, pero por desgracia este maldito camino viejo es todavía muy concurrido.

¡Es calle de sentido único que solamente lleva uno hacia bajo!

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