¿Quién de nosotros no recuerda la zapatería donde solíamos ir cuando el par de zapatos viejos dejó de ser un amigo cómodo, a ser un motivo de vergüenza, por las marcas del uso?
Aunque la zapatería no cautive la fidelidad del cliente como una Barbería, por ejemplo, la que está en el barrio siempre nos arrastra por conveniencia.
Normalmente el vendedor de zapato de aquellas antiguas zapaterías, era un sujeto atencioso, que no se molestaba de traer cajas y mas cajas de zapatos, para su cliente ver, procurando dar al cliente todas las opciones disponibles.
Ayudaba a calzar los zapatos y esperaba callado la decisión del cliente.
Don Moreira, un Sr. de sus 60 años, representante de productos farmacéuticos, residente del barrio y uno de los clientes antiguos de la zapatería, no rechazaba la ayuda del vendedor, porque tenía un poco de dificultad para calzar sus zapatos a causa de la barriga que tenia.
Con la humildad de siempre, el vendedor se agachaba y ayuda a calzar con la ayuda de un calzador, empujaba el pie gordo para dentro del zapato elegido. jalaba los cordones y le daba un nudo, mientras Don Moreira hacia la cara fea, como se estuviera chupando un limón agrio.
Aunque la zapatería no cautive la fidelidad del cliente como una Barbería, por ejemplo, la que está en el barrio siempre nos arrastra por conveniencia.
Normalmente el vendedor de zapato de aquellas antiguas zapaterías, era un sujeto atencioso, que no se molestaba de traer cajas y mas cajas de zapatos, para su cliente ver, procurando dar al cliente todas las opciones disponibles.
Ayudaba a calzar los zapatos y esperaba callado la decisión del cliente.
Don Moreira, un Sr. de sus 60 años, representante de productos farmacéuticos, residente del barrio y uno de los clientes antiguos de la zapatería, no rechazaba la ayuda del vendedor, porque tenía un poco de dificultad para calzar sus zapatos a causa de la barriga que tenia.
Con la humildad de siempre, el vendedor se agachaba y ayuda a calzar con la ayuda de un calzador, empujaba el pie gordo para dentro del zapato elegido. jalaba los cordones y le daba un nudo, mientras Don Moreira hacia la cara fea, como se estuviera chupando un limón agrio.
Él, sin embargo, nunca se quejó, en cambio, insistía en llevar zapatos más pequeño que su número.
Quién sabe por qué, siempre compraba el mismo modelo.
El vendedor, aunque muy intrigado, no creía en el derecho a cuestionar la decisión del cliente.
¿Que hacia Don Moreira comprar un zapato más pequeño?
Su profesión le obligaba a hacer largas caminatas, visitando numerosos consultorios médicos, tomando el maletín pesado, llenas de muestras.
Debería ser una molestia insoportable cada vez que sus pies tocaban las calles y aceras de los días de calor abrasador en Río de Janeiro.
¿Cómo podía alguien se infligir severo castigo?
Una hermosa tarde de sábado, Don Moreira apareció bien animado en la zapatería.
Tampoco parecía que había perdido a su esposa a pocos días antes.
Por primera vez, estaba de hecho muy contento.
Escogió un modelo de zapatos nuevos, mucho más bonito y mucho más caro de lo habitual, y cuando el vendedor trajo es mismo numero que estaba acostumbrado, Don Moreira sonrió y dijo:
- No, mi buen amigo, ya no calzo este número.
Traiga uno más grande, por favor.
El zapato se ajusto perfectamente.
Don Moreira daba sus pasos feliz y una larga sonrisa.
Antes de salir de la tienda, el reveló su secreto al vendedor:
- Amigo, sé que muchas veces te intrigue pues compraba zapatos menores que mi pié, que me obligaban a caminar con los pies doloridos.
Es que siendo mal casado, tenia una esposa que hacia de mi vida un verdadero infierno.
Cuando en el trabajo, recordaba que la noche tendría que regresar a casa y apoyarla, me consolaba con el hecho de que por lo menos en la casa podía quitarme los zapatos, que tanto me atormentaba.
Ahora, después de mucho sufrimiento, soy libre de dos tormentos, y por lo tanto, me siento tan feliz!
Me quede viudo y por lo tanto no necesito más de los zapatos pequeños.
¡Cuán preciosa es la mujer discreta, cuyas palabras son sabias, pero cuán terrible es la que transforma la vida de su marido en una decepción.
Querido lector, yo leo la Biblia desde hace más de 30 años y el único versículo que encontré repetido exactamente de la misma manera en diferentes capítulos, habla sobre el tema que estamos tratando.
Les pido, mis queridos amigos, que medite conmigo.
Proverbios 09:21 y 25:24 dicen exactamente lo mismo:
Escogió un modelo de zapatos nuevos, mucho más bonito y mucho más caro de lo habitual, y cuando el vendedor trajo es mismo numero que estaba acostumbrado, Don Moreira sonrió y dijo:
- No, mi buen amigo, ya no calzo este número.
Traiga uno más grande, por favor.
El zapato se ajusto perfectamente.
Don Moreira daba sus pasos feliz y una larga sonrisa.
Antes de salir de la tienda, el reveló su secreto al vendedor:
- Amigo, sé que muchas veces te intrigue pues compraba zapatos menores que mi pié, que me obligaban a caminar con los pies doloridos.
Es que siendo mal casado, tenia una esposa que hacia de mi vida un verdadero infierno.
Cuando en el trabajo, recordaba que la noche tendría que regresar a casa y apoyarla, me consolaba con el hecho de que por lo menos en la casa podía quitarme los zapatos, que tanto me atormentaba.
Ahora, después de mucho sufrimiento, soy libre de dos tormentos, y por lo tanto, me siento tan feliz!
Me quede viudo y por lo tanto no necesito más de los zapatos pequeños.
¡Cuán preciosa es la mujer discreta, cuyas palabras son sabias, pero cuán terrible es la que transforma la vida de su marido en una decepción.
Querido lector, yo leo la Biblia desde hace más de 30 años y el único versículo que encontré repetido exactamente de la misma manera en diferentes capítulos, habla sobre el tema que estamos tratando.
Les pido, mis queridos amigos, que medite conmigo.
Proverbios 09:21 y 25:24 dicen exactamente lo mismo:
"Mejor es vivir en un rincón del terrado
Que con mujer rencillosa en casa espaciosa."
Que con mujer rencillosa en casa espaciosa."
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