Se dice que hace muchos años, vivía un hombre enojado con la vida.
Quejaba todo el tiempo y veía defecto en todo.
En su casa, su esposa, en el trabajo, de todos modos, siempre encontraba una razón para quejarse.
A pesar de que vivía en una hermosa tierra en las costas del Mediterráneo, al sur de Italia, conocido hasta hoy como el Real Calabria, el pobre hombre no veía la verdadera belleza de la vida y no podía valorar a lo que Dios le había concedido.
Quien mas sufría en esta historia era su esposa, por soportar todos los días el mal humor de su marido, que se llamaba Marcio y tenía pocos amigos.
Un día, la esposa de Marcio escucho hablar de un cierto apóstol llamado Pablo de Tarso, que predicaba el Evangelio de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
Él hablaba con fluidez el italiano, realizaba grandes milagros e iba a pasar por Roma.
Ella convenció a su marido a buscar al Apóstol y pedirle el milagro que iba a cambiar sus vidas.
Cuando Pablo llegó a la región, anunciaba el Evangelio en la plaza y sanaba los enfermos.
Márcio se acercó entonces y le dijo al apóstol toda su infelicidad.
La vida pobre que llevaba el sitio, el trabajo duro, la rutina de cuidado de los animales, y sobre todo la pequeña casa en que vivía.
- Apóstol escuche hablar que Dios hace muchos milagros a través de sus manos.
¿A continuación, puede hacer un milagro para cambiar mi situación?
Quiero una casa mejor, un trabajo mejor, una vida mejor
Quejaba todo el tiempo y veía defecto en todo.
En su casa, su esposa, en el trabajo, de todos modos, siempre encontraba una razón para quejarse.
A pesar de que vivía en una hermosa tierra en las costas del Mediterráneo, al sur de Italia, conocido hasta hoy como el Real Calabria, el pobre hombre no veía la verdadera belleza de la vida y no podía valorar a lo que Dios le había concedido.
Quien mas sufría en esta historia era su esposa, por soportar todos los días el mal humor de su marido, que se llamaba Marcio y tenía pocos amigos.
Un día, la esposa de Marcio escucho hablar de un cierto apóstol llamado Pablo de Tarso, que predicaba el Evangelio de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios.
Él hablaba con fluidez el italiano, realizaba grandes milagros e iba a pasar por Roma.
Ella convenció a su marido a buscar al Apóstol y pedirle el milagro que iba a cambiar sus vidas.
Cuando Pablo llegó a la región, anunciaba el Evangelio en la plaza y sanaba los enfermos.
Márcio se acercó entonces y le dijo al apóstol toda su infelicidad.
La vida pobre que llevaba el sitio, el trabajo duro, la rutina de cuidado de los animales, y sobre todo la pequeña casa en que vivía.
- Apóstol escuche hablar que Dios hace muchos milagros a través de sus manos.
¿A continuación, puede hacer un milagro para cambiar mi situación?
Quiero una casa mejor, un trabajo mejor, una vida mejor
-Dijo, con ansiedad.
Pablo, mirando a los ojos gentil de la esposa del hombre, entendió toda la situación y dijo:
- Sí, yo puedo hacer el milagro que desea.
Pero tienes que prometerme que harás todo lo que digo.
Si fallas en una cosa, yo no estoy bajo ninguna obligación de hacer lo que os prometo ahora.
- Sí, sí, voy a hacer lo que me dice.
- Respondió inmediatamente.
- Muy bien.
Una vez que llegue a su sitio, va tomar un par de gansos y colocar para vivir dentro de su casa
Pablo, mirando a los ojos gentil de la esposa del hombre, entendió toda la situación y dijo:
- Sí, yo puedo hacer el milagro que desea.
Pero tienes que prometerme que harás todo lo que digo.
Si fallas en una cosa, yo no estoy bajo ninguna obligación de hacer lo que os prometo ahora.
- Sí, sí, voy a hacer lo que me dice.
- Respondió inmediatamente.
- Muy bien.
Una vez que llegue a su sitio, va tomar un par de gansos y colocar para vivir dentro de su casa
-Dijo Pablo.
El hombre no entendía la razón, pero como había prometido, así lo hizo.
La casa, que ya era pequeña, se quedo mas chica.
La pareja de gansos no paraba de perturbar.
El hombre no entendía la razón, pero como había prometido, así lo hizo.
La casa, que ya era pequeña, se quedo mas chica.
La pareja de gansos no paraba de perturbar.
Caminaba da habitación para sala de estar y la habitación a la cocina.
Se subía a la mesa en los muebles, manchaba todo el piso.
Es increíble cómo un par de gansos causa una irritación insoportable en cuestión de minutos.
Unos días más tarde, ya que nada había cambiado en su vida y no sop ortando más los gansos, se fue en busca del apóstol.
La casa donde Pablo predicaba estaba llena de enfermos y el hombre de Dios estaba luchando contra los malos espíritus.
Márcio, que sólo podía ver sus propios problemas, interrumpió para decir:
- ¡Apóstol hice lo que me dijiste y nada ha cambiado en mi vida!
Recordando el caso, Pablo dijo:
- Hoy, cuando regrese a su casa, ponga una vaca a vivir con usted.
Haga esto antes de que oscurezca.
El hombre volvió con el corazón roto, pero como quería su milagro más que todo en esta vida.
Aun sin entender, metió la vaca dentro de su casa y cerró la puerta, y antes de caer la noche estaban allí:
Marcio, su esposa, gansos y vaca.
¡Qué situación!
Al día siguiente, muy temprano, Márcio despierta con el mugido de las vacas y los gansos su grasno estridente.
¡La casa era un desastre!
La vaca era enorme.
Cayeron las fotos de la pared, los muebles estaban amontonados en un rincón, por no hablar de la cesta de la hierba para la vaca y el cubo de maíz para los gansos.
Pocos días pasaron y el hombre, muy molesto, busco de nuevo el apóstol.
- Recuerde, Márcio
- Dijo Pablo
- Que se comprometió a hacer todo lo que digo.
A su vez, también pone a su cabra a vivir con usted, con los gansos y vacas.
Se subía a la mesa en los muebles, manchaba todo el piso.
Es increíble cómo un par de gansos causa una irritación insoportable en cuestión de minutos.
Unos días más tarde, ya que nada había cambiado en su vida y no sop ortando más los gansos, se fue en busca del apóstol.
La casa donde Pablo predicaba estaba llena de enfermos y el hombre de Dios estaba luchando contra los malos espíritus.
Márcio, que sólo podía ver sus propios problemas, interrumpió para decir:
- ¡Apóstol hice lo que me dijiste y nada ha cambiado en mi vida!
Recordando el caso, Pablo dijo:
- Hoy, cuando regrese a su casa, ponga una vaca a vivir con usted.
Haga esto antes de que oscurezca.
El hombre volvió con el corazón roto, pero como quería su milagro más que todo en esta vida.
Aun sin entender, metió la vaca dentro de su casa y cerró la puerta, y antes de caer la noche estaban allí:
Marcio, su esposa, gansos y vaca.
¡Qué situación!
Al día siguiente, muy temprano, Márcio despierta con el mugido de las vacas y los gansos su grasno estridente.
¡La casa era un desastre!
La vaca era enorme.
Cayeron las fotos de la pared, los muebles estaban amontonados en un rincón, por no hablar de la cesta de la hierba para la vaca y el cubo de maíz para los gansos.
Pocos días pasaron y el hombre, muy molesto, busco de nuevo el apóstol.
- Recuerde, Márcio
- Dijo Pablo
- Que se comprometió a hacer todo lo que digo.
A su vez, también pone a su cabra a vivir con usted, con los gansos y vacas.
Era lo último que le gustaría oír.
Él incluso pensó en abandonar y romper su promesa, pero, convencido por su mujer, aunque frustrado, ató la cuerda alrededor del cuello de la cabra y llevo el animal á la casa.
Lo primero que la cabra hizo fue comer la cortina de la habitación.
Y de ahí, fue destruir todo lo que encontraba.
¡La apariencia de la casa era terrible!
¡El hedor insoportable!
La vida de Marcio, desde que el sol se levantaba y salía por la ventana, sin cortinas, hasta el anochecer, cuando se cubría el rostro con la almohada para escapar del olor de la cabra, era un tormento solo.
Él incluso pensó en abandonar y romper su promesa, pero, convencido por su mujer, aunque frustrado, ató la cuerda alrededor del cuello de la cabra y llevo el animal á la casa.
Lo primero que la cabra hizo fue comer la cortina de la habitación.
Y de ahí, fue destruir todo lo que encontraba.
¡La apariencia de la casa era terrible!
¡El hedor insoportable!
La vida de Marcio, desde que el sol se levantaba y salía por la ventana, sin cortinas, hasta el anochecer, cuando se cubría el rostro con la almohada para escapar del olor de la cabra, era un tormento solo.
El hombre estaba agotado.
Dormía mal, comía sentado en el suelo y ni se bañaba.
Su esposa, la pobre, tenía la apariencia de una bruja.
Muy cansado y deprimido por tantas noches sin dormir, ya no teniendo fuerzas, busco una vez mas, al apóstol.
- Bueno, Márcio.
- Dijo Pablo.
- Hoy quita los gansos y mañana en la mañana la vaca y la cabra.
Hazlo y recibirá el milagro que espera.
Esta vez el hombre llegó a casa aliviado.
- Mujer, mujer !Se acabo nuestro tormento!
-Hoy quitamos los gansos y mañana por la mañana la vaca y la cabra!
¡Maravilla!¡Maravilla! - Gritó con una alegría desenfrenada.
Al amanecer, la pareja tomó el último animal de la casa y comenzó a reconstruir la casa.
Tejieron nuevas cortinas, lavaran y pasaron cera en el piso de madera antiguo, pintaran las paredes y muebles reformado.
Marcio fue en los campos de alrededor y trajo flores para perfumar la casa casa, flores hermosas.
Tan hermosas y fragante que era de impresionar el hecho de que nunca había notado antes.
Hasta el techo fue arreglado.
A los pocos días la casa era una belleza.
Se convirtió en la más bella de la región.
Marcio tenia ahora el placer de sentarse en la sala de estar, cenar en la mesa y dormir plácidamente en su habitación.
Elogiaba a la comida, la limpieza y la belleza de su esposa.
De este modo, el milagro que Pablo prometió se cumplió y Marcio llegó a ser muy feliz.
¡Qué maravilloso milagro!
¿Cuántas personas hoy en día que viven triste y lamentando, no resolverían sus problemas simplemente mediante la adopción de una cabra, para pasar algunos días con uno en la misma casa?
Más tarde, el sabio apóstol escribió:
"Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad." Filipenses 4:12
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